viernes, 20 de mayo de 2016

DETRÁS DE LA NOTICIA

Este relato apareció en ese fanzine de número único llamado "El vaso lleno del vacío de la botella", que Dani dice que dio por finiquitada definitivamente "La botella vacía". Eso dice él, yo prefiero tirar de Lovecraft y decir: "Que no está muerto lo que yace eternamente, y con los eones extraños incluso la muerte puede morir". Ideal hasta para este blog.

Llevaba bastante tiempo sin escribir ningún tipo de literatura -y es lo último que he escrito hasta ahora... sin contar mis maravillosos-innovadores-odiosos artículos de investigación-. La idea surgió leyendo "El escritor gonzo", un libro de cartas de Hunter S. Thompson donde se planteaban qué era eso del periodismo gonzo -¿Qué es gonzo? ¿Y tú me lo preguntas? Gonzo... eres tú-. La idea del periodista como parte de la noticia. No un simple observador que aplica un aséptico tratamiento de tercera persona en su crónica. E hilando ideas en el tren, mientras mis ojos recorrían sin mirar los bucólicos paisajes mostoleños bajo los primeros rayos dorados del sol... salió esto.

DETRÁS DE LA NOTICIA


Estoy en el suelo. Me desangro. Ambas cosas las sé. Tres tiros de bala son los responsables de que esté llenando de sangre la moqueta de mi apartamento. Vislumbro las piernas de mis asaltantes moverse por toda la sala, entrando y saliendo de mi campo de visión. Oigo el murmullo de sus voces. Y todo eso lo sé, pero no lo comprendo.

Oigo cómo revuelven en los cajones. Oigo el golpe seco y amortiguado de algún jarrón chocando con el suelo. Escucho a uno de ellos cómo revuelve en mi ropero. El otro mientras tanto vacía cajones y armarios en la cocina. Todo eso realmente no sé si es cierto o si es mi mente recorriendo un guion. Porque este guion lo escribí yo. Al menos la trama.

Mi mundo se desquebraja y se me escapa a través de las tripas. Aunque lo justo sería decir que lleva tiempo desquebrajado. Ahora lo sé. Quizás fue con el cambio de redactor jefe de sucesos. O con el cambio de accionistas. O quizás empezó antes: no ser nunca el primer plumilla en llegar a la escena del crimen para terminar siendo siempre el último en aparecer; no conseguir nunca las mejores fotos y eso cuando conseguía alguna. Los chicos jóvenes empujaban fuerte y yo, un viejo dinosaurio de la profesión —en palabras de ese engreído del redactor jefe con su flamante, brillante y siempre impoluto título de universidad de la Ivy League colgado sobre su maldita cabeza—, sentía cada vez el nudo de la corbata más y más tenso.

Una medianoche que estaba cerrando otro estúpido artículo sobre un robo, me vino a la cabeza, como en una especie de iluminación, la que podría ser la solución a mi mala racha. Miraba la vieja foto de H. L. Mencken que corona la sala, así que podría decirse que fue una iluminación del Sabio de Baltimore, si no fuera porque este no solo se revolvería en su tumba, sino que vendría a patearme el culo de aquí al infierno. Tan íntegro pero igual de muerto. El plan era sencillo, seguro que no era ni siquiera el primero en ponerlo en práctica, porque… ¡Joder! Era tan jodidamente sencillo. ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué no hablar con un par de tipos de los bajos fondos, matones de poca monta dispuestos a ganar dinero fácil con pequeños golpes acordados de antemano?

Encontrar a los tipos entre los viejos contactos fue fácil, así que a los pocos días contaba con esos dos jodidos palurdos vomitados de algún pueblucho de mala muerte. Primero empezamos con pequeños robos, asaltos a mano armada, sitios con poco riesgo donde nadie saldría herido, más allá de los números de la compañía de seguros. Volvía a ser el primer reportero en llegar a la acción, el que mejores fotos conseguía, el que escribía los artículos con mayor número de detalles. Otra vez en la cresta de la ola.

La cosa iba bien, hasta que un buen día, el maldito redactor jefe, ese treintañero recién salido de su jodida universidad de prestigio, me recriminó que eso no era lo que nuestro público objetivo quería, que esos robos eran poca cosa y no llamaban la atención. Que por qué cojones los casos más jugosos –siempre algún cadáver de por medio- era siempre bien cubiertos por el reportero estrella de sucesos del New Day Rising. Le podría haber contado la verdad y yo no estaría ahora aquí, desangrándome sobre mi moqueta. Pero como dijo ese tipo del que no recuerdo su nombre: que la verdad no te joda una buena noticia.

Así que llegó el primer asesinato. ¿Por qué elegí a un dependiente de una tienda de ultramarinos y no a un yonqui o a un maldito mendigo? Portada, chico, portada. ¿Un yonqui me hubiera dado la portada y dos páginas más en el interior? ¿Las fotos del mendigo hubieran conmovido de igual forma al público? Llevo años en este negocio y os conozco un poco, eso no habría sido suficiente para llamar vuestra atención, habríais pasado de esa página izquierda sin echar un vistazo a esa pequeña nota; porque ese sería el sitio que ocuparía, conozco también muy bien a esa maldita ralea de redactores jefes.

Todo marchó de lujo por un tiempo. Siempre las mejores fotos y la mejor crónica. Hasta el día que se cargaron a aquella vieja solterona, esa que decía que estaba emparentada con la realeza inglesa, aquel día se torció. El chico estrella del New Day Rising ya estaba ahí consiguiendo las mejores instantáneas cuando llegué y fue el primero en colgar su maldita crónica en ese puto invento del demonio que es internet. Llena de detalles, bien jugosa para que le hincarais vuestros colmillos y la despedazarais frase a frase.

Un par de días después volvía a adelantarse. Ya notaba otra vez las miradas reprobatorias del redactor jefe, cuando se me ocurrió la solución para que ese cretino no me volviera a pisar una buena noticia. Escribiría la crónica antes del crimen, con todo lujo de detalles, un guion que esos dos matones tendrían que llevar a cabo paso a paso. Fueron un par de buenas semanas. Entrar con la cabeza bien alta por la puerta de la redacción demostrando a esos chupatintas de las nuevas generaciones que este viejo periodista aún podía dar mucha guerra.

Hasta que un martes por la mañana vi la portada del New Day Rising en un quiosco y fue como si un uppercut me golpease en la barbilla y me mandara directo a la lona. Toda la portada dedicada al brutal asesinato de un abogado. Leí y releí los párrafos. No podía creérmelo. Algunas palabras eran distintas, sonaba incluso más fresco y directo, pero aquella crónica era mi maldita crónica. ¿Cómo podía ser eso? ¿Qué cojones pasaba? Era incapaz de ordenar el flujo de ideas que pasaban como relámpagos delante de mis ojos. Hasta que una se materializó: había que matar a ese hijo de puta. «Periodista asesinado en su apartamento».

Tardé casi una semana en escribir la crónica perfecta. Una obra maestra de periodismo a la vieja usanza. Ese cabrón se lo merecía, un gesto de caballero ante el enemigo. Debería haberme dado cuenta de muchas cosas… Ahora ya lo comprendo todo, porque delante de mí hay un tercer tipo. Y no es otro palurdo, sino el niñato de gafas de montura de pasta que semana tras semana ha ido pisándome las noticias, el maldito periodista del New Day Rising.

No tiene muy buena pinta —dice mientras sonríe—. Pero joder, chicos, no puedo hacer las fotos si sigue vivo y tengo bastante prisa. ¿Por qué cojones no lo habéis rematado?

Y uno de los matones dice «OK, tú pagas». Y percibo sus movimientos sacando la pistola. Y en ese momento no me jode morir, lo que realmente me jode es que mi obra maestra… la crónica por la que sería recordado… que sería mostrada como ejemplo de periodismo en la mejores putas universidades del país… esa que descansa sobre la mesa del redactor jefe de sucesos… ¡Esa! Donde claramente se especifica que el periodista murió de tres disparos, no cuatro, joder, ¡no cuatro! Quedaría en papel mojado porque esa maldita rata de cloaca tiene prisa. ¡La puta obra maestra que lanzaría mi nombre a la posteridad! Porque ¿quién demonios ha escrito alguna vez la crónica de su propio asesinato? ¿Quién?

viernes, 8 de enero de 2016

NESTOR BURMA

A Nestor Burma, el detective creado por el francés Léo Malet, lo descubrí a través de los cómics de Jacques Tardi. Y hace poco me encontré con que la gente de Libros del Asteroide había editado en estos últimos años alguna de las más de 30 novelas que escribió el galo con el detective de protagonista: "Calle de la Estación, 120", "Ratas de Montsouris" y "Niebla sobre el puente de Tolbiac". Así que me hice con la primera de ellas -primera novela también del ciclo Burma-.

Quizás es por ser precisamente la primera de ellas, pero el detective aparece aquí como una especie de émulo de Humphrey Bogart, mejor dicho, el arquetipo de detective que todos tenemos en mente al hablar de Bogart: misógino, chulo, con toques de genialidad que suponen un contrapunto a la caricatura que se hace los personajes policiales, etc. Leyéndomela me ha dado la impresión de que es una novela totalmente pulp, cosa que tampoco es que sea negativa: se lee fácil; así que viene bien para "desintoxicar", que venía de leerme a Chesterton. El autor cae a veces en licencias propias del género como alguna que otra casualidad afortunada  de más en el momento oportuno para que la trama evolucione hacia el final, pero bueno, no deja de ser una de las primeras obras del francés. Y, por supuesto, la portada es una imagen extraída del cómic de Tardi.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

AQUÍ ESTAMOS DE NUEVO

Eso podrían decir "ferpectamente" los Enemigos. Y es una buena excusa para limpiar de telarañas esto.Los Enemigos estuvieron este sábado con su gira presentación del Vida Inteligente -su último largo- en la Riviera. Debajo de casa, como quien dice.


ENEMIGOS en LA RIVIERA (1)
 
Los cuatro de siempre -Josele, Fino, Manolo y Chema- salieron a escena a eso de las nueve mientras sonaba el "Real Good Time Togehter" de Lou Reed. Y salvo un ligero impás con el público reclamando más, estuvieron allí desgranando clásicos y temas nuevos durante casi dos horas. Si hace un par de meses les vi un poco flojos en el Matadero -con Ilegales comiéndose a todo dios sobre el escenario-, el sábado la maquinaria enemiga volvió a sonar contundente.


ENEMIGOS en LA RIVIERA (4)

Empezaron -si la memoria no me falla- con varios temas del último disco (¿Vida inteligente? ¿Café con sal? ¿Las dos seguidas?), últimamente no consigo los set-lists. Después caerían clásicos como "Todo a cien", "Me sobra carnaval", "Miedo", "El gran calambre", "Desde el jergón", "La otra orilla", "Complejo", "Quillo", "Antonio", "La cuenta atrás", "Esta mañana he vuelto al Barrio", "Yo el Rey", "Alegría", "Soy un ser humano", "Dentro" y "Señora" -entre otros-. Y temas nuevos como "Aflicción", "Cuatro cuentos", "Cementerio de elefantes" o "Ciudad satélite" -con intercambio de instrumentos entre Josele y Fino-.
 

ENEMIGOS en LA RIVIERA (3)

En definitiva, un gran concierto de Los Enemigos con la Riviera a rebosar.


ENEMIGOS en LA RIVIERA (2)


martes, 30 de septiembre de 2014

TORNASOL EN PITTSBURGH

Últimamente el profesor Tornasol nos tiene muy liados siguiéndole por el mundo. Esta vez conseguimos su instantánea en Pittsburgh, Pensilvania, paseando junto al río Allegheny. No sabemos si fue a ver un partido de los Steelers o si se acercó al museo de Andy Warhol, ya que ante nuestra pregunta solo nos dijo: "Sí, joven, un sitio muy alegre este".


domingo, 29 de junio de 2014

¡REEDITAD A WILLY!

Esto es un erial más que un blog... Y podría decir que... me redimiré, pondré esto al día... eh... publicaré más... Nunca más... Lo de dejar esto como erial, no nunca más publicar... Pero viniendo hoy a hablar de un yonki... todo sonaría a excusas más o menos bienintencionadas... Como el hecho de que esto lleva medio escrito desde el 5 de febrero... ¿Y has visto que bien quedan los "..."? ¿Quién me creo que soy? ¿Céline? Retomando...
¡Y es que este año es el centenario del nacimiento de William S. Burroughs! ¡Nuestro yonki favorito! ¡Nuestro marica favorito? Ese trono aún lo conserva Truman Capote. A modo de pensamiento recurrente en los última tiempos... me he estado dando cuenta de que sólo leo a cuatro tipos de escritores: yonkies, borrachos, maricas y/o filonazis... Y casi todos muertos... Palahniuk, ¡díñala! Que me jodes la estadística y... leída tu última novela "Condenada", no se pierde mucho... 


Eh... Así que, por eso de las onomásticas, espero que las editoriales se pongan las pilas como están haciendo con el bueno de Kerouac y reediten obras extrañamente descatalogadas dada su fama "La Máquina Blanda", primera parte de "La trilogía Nova" o más desconocidas como "Las últimas palabras de Dutch Schultz" o las obras que completan Nova: "El ticket que explotó" y "Nova Express". Me volaron unas cuantas que tenía localizadas en todocolección y ebay, así que espero paciente mi ración de sordidez al cut-up, editores del mundo castellano-parlante. Lo último que leí de Will en enero metido otra vez en el universo beat fue "Las cartas de la ayahuasca", libro espistolar bastante corto donde Burroughs le relata a Allen Ginsberg sus andanzas por Centro y Sudamérica en busca de la preciada planta.  Escritas tras el periodo en Ciudad de México que supuso la redacción de "Marica" llamado "Queer" en la edición original y en la edición definitiva lanzada por Anagrama el año pasado... la corrección política en el lenguaje aplicada a modo de enema, el libro sirve para ir descubriendo lo que luego serán lugares comunes en el imaginario propio del de Saint Louis.

Por cierto, con respecto a Kerouac, varias editoriales se han lanzado a reeditar obras difíciles de conseguir en librerías de viejo: "El viajero solitario" y "Visiones de Cody", que se suman a "Big Sur", "Doctor Sax", "Tristessa" y alguna otra más fuera del catálogo de Anagrama. Ahora solo queda que se animen con "Ángeles de desolación".

domingo, 22 de diciembre de 2013

11 AÑOS

El 22 de diciembre del 2002 moría, en Broomfield, John Graham Mellor, más conocido como Joe Strummer. El ex-Clash tenía por aquel entonces ya listo el que iba a ser su tercer largo con su última banda, los Mescaleros.

Hace unos años, cuando estaba en Varsovia, me vi el documental "The future is unwritten", de Julian Temple, en los cines Muranov. En inglés, sin subtítulos en castellano... por aquella época me perdí varias cosas. Ahora se puede encontrar fácilmente en el youtube.

Y si sigues con mono de Joe, también está el "Viva Joe Strummer", dirigido por Mike Parkinson.
O la película-documental "Rude boy", estrenada en 1980 y dirigida por Jack Hazan y David Mingay.
Disfrutadlo.

sábado, 12 de octubre de 2013

8 AÑOS

Ha habido años que me lo he saltado. 8 años de blog, recuerdo que aquel día estaba yo de resaca... Aprovechando que este estoy un poco inactivo, vamos a insuflarle un poco de aire al moribundo. Y qué mejor que los Hüsker Dü. Hale, hale, dándole duro a la distorsión.